La política monetaria y cómo enfrentar la delicada situación económica de la Argentina
Economía, Notas 25/01/2021, 0 Comment 117La política monetaria actual está destinada a disimular la inflación, razón por la que se disminuye la cantidad de moneda en plaza ofreciendo bonos con beneficios impagables para atraer adquirentes. Esta es una política suicida, porque estimula los gastos del Estado en lugar de corregir el origen de los déficits que constituyen su inaceptable fuente. La Argentina es un país rico que si hoy está al borde de la quiebra es porque se ha elegido un camino erróneo en cuanto a políticas económicas —entre otras insensateces— y se ha decidido no invertir, por ejemplo, en infraestructura para aprovechar nuestras grandes riquezas naturales.
Actualmente, a los gastos habituales del Estado es inevitable añadir los añadidos a raíz de la pandemia y de la larguísima cuarentena con la que se intentó paliar las consecuencias del virus del Covid-19. Esa decisión ha sido contraproducente y su costo elevadísimo, porque no se advirtió a la población que debía tomar, al menos, una media hora de sol diaria y hacer otra media hora de ejercicio para mantener las defensas y así ayudar a combatir el virus. Además, fue suprimido el funcionamiento de organismos fundamentales de los tres poderes del Gobierno. La República Argentina ha dejado de ser una república porque buena parte de sus instituciones no están en condiciones de prestar los servicios públicos de rigor. Muchas oficinas que dependen del Poder Ejecutivo están clausuradas o son atendidas por guardias de escasos conocimientos que no pueden resolver los problemas del pueblo. La decadencia del Poder Legislativo ha llegado al punto de que ya no controla, en comisión bicameral y a través de reuniones públicas con especialistas, la idoneidad de las medidas implementadas para combatir la pandemia. Así, los legisladores cobran sueldos y tienen envidiables ventajas sin cumplir con sus deberes como gobernantes: el Poder Judicial ha sido virtualmente suprimido.
Nuestrapolítica monetaria es hija de lo que llamaremos la “política económica real”, que tiene dos inaceptables instrumentos: desalentar con impagables gabelas —en especial a la exportación de productos del agro, pese a que necesitamos desesperadamente las divisas que podríamos obtener para afrontar las deudas colosales que aumentan día a día— y no utilizar debidamente la prodigiosa riqueza natural argentina. En su lugar, se crean cargos públicos sin justificación alguna, se mantienen cerradas las reparticiones públicas, se pagan salarios no ganados mediante impuestos cobrados a quienes trabajan incansablemente y se emiten tanto moneda como deudas a tasas de interés impagables.
Algunas de las constantes nefastas de esta política económica pertenecen a gobiernos de distinto signo, entre ellas, la sobrevaluación cambiaria, es decir, dólares baratos y pesos caros. Este tipo de cambio ha disminuido nuestras exportaciones y alentado la importación de mercadería que, subsidiada por el dólar barato, competía con ventaja sobre la nuestra. A día de hoy, el tipo de cambio fijado por el gobierno es un castigo al productor nacional y al pueblo argentino, porque se exporta mucho menos de lo que se debería y, por lo tanto, no ingresan la cantidad de divisas podrían ingresar. Otras muchas exportaciones no realizadas constituyen innovaciones del genio argentino, bienes y servicios de distintos orígenes. Lamentablemente, en lugar de alentar la creación de fuentes de trabajo genuinas que beneficiarían a miles de personas que quieren ganarse el pan trabajando, se abre la puerta a empleos públicos donde nada se aprende ni se desarrollan las aptitudes y talentos de las personas. La imposibilidad de obtener las divisas suficientes para importar insumos industriales que permitan el óptimo funcionamiento de la industria argentina hace que esta no pueda crecer ni trabajar como podría hacerlo. Este cerco a la producción influye en la caída de la recaudación impositiva y esta, a su vez, en la creación de moneda sin el respaldo del aumento de la riqueza nacional.
Disimular la expansión monetaria para mostrar menos inflación y las consecuencias que esto trajo
La idea surgió en una comunicación del Banco Central en 2002, pero fue utilizada mucho más tarde, durante la Administración que finalizó el 10 de diciembre de 2015: se emitieron bonos denominados Lebac que pagaban altos intereses, superiores a los de plaza y a plazos muy cortos. Atraído por semejante ventaja, el público ahorraba en Lebacs y se olvidaba del dólar y de adquirir bienes: se moderaba el alza de los precios a costa de pagar intereses realmente impagables. Así, los Lebacs trasladaban al futuro y agravaban el déficit fiscal que transitoriamente se pagaba con ellos. El remedio ideado costó millones de pesos y, lamentablemente, el gobierno posterior continuó con esa política y se llegó a una deuda de dos millones de Lebacs y millones de pesos de intereses.
La pobreza actual como resultado de los desatinos financieros y de la falta de audacia para utilizar las grandiosas riquezas que alberga el suelo argentino
La Argentina ha elegido no estimular la realización de obras públicas y privadas que permitan aprovechar económicamente los ríos caudalosos, las llanuras inmensas, los minerales que encierran sus montañas y todas las posibilidades que brinda su territorio. Hemos querido vivir de las hazañas y riquezas del pasado pero sin repetir el proceder de aquellos que hicieron grande a una Nación que en 1939 figuraba entre los siete u ocho países más ricos del mundo. Hoy se ubica cerca del puesto ochenta y no puede pagar sus deudas en fecha. Nuestro gobierno solamente aspira a obtener una humillante prórroga en lugar de tomar la recia determinación de hacer o mandar a hacer obras que permitan aprovechar las ventajas que nos dio la naturaleza, como hicieron otros argentinos ilustres a quienes ninguna dificultad pudo detener.
Recientemente nos hemos comprometidoapagar bonos emitidos al 16% de interés anual en dólares, peor no hay forma de pagar este interés con utilidades genuinas. Según la economista Marina Dal Poggeto (La Nación, 17 de enero de 2021): ”Mientras la Argentina hoy no tiene acceso a los mercados internacionales de crédito, países como la República Dominicana, que depende casi íntegramente del turismo, colocó recientemente deuda a diez años a una tasa del 3,87%”. ¿A qué conclusión se llega? Debemos reconstruir las instituciones de la Patria basadas en la división de los poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial, asegurar su correcto desempeño y promover un auténtico federalismo respetuoso de las autonomías provinciales, el talento y la dedicación de sus mejores hijos. Debemos convocar a los ciudadanos de esta tierra generosa a aprovechar los dones que la Naturaleza nos brindó, como lo hicieron nuestros mayores. Debemos volver a ser la República Argentina de antaño basada en la capacidad, el mérito y el amor a la Patria… o desapareceremos sin una parcela de gloria.
Por Juan José Guaresti (nieto)
Crédito fotográfico: Wikipedia
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