Existen distintos sectores de opinión que proponen diversas políticas económicas para solucionar la presente crisis, sin advertir que el problema argentino tiene un origen que no es económico; es institucional.

El nuestro es un Estado gigantesco cuyos gastos generan impuestos impagables y cuya oferta de servicios públicos es escasa y en muchas ocasiones de poca calidad. No se justifica su costo colosal ni desde luego los recursos humanos y materiales que se le restan a la actividad privada.  Desde el punto de vista institucional buena parte de la responsabilidad de lo que ocurre tiene origen en el Poder Legislativo que en lugar de oponerse a gastos públicos que prestan escaso o ningún beneficio, los vota anualmente sin saber lo que está haciendo.

Un ejemplo de lo afirmado lo menciona el artículo16 de la Constitución Nacional que habla de “la idoneidad”; condición necesaria para ser admitido en los empleos aunque a muy pocos funcionarios se les ha exigido demostrar previamente su capacidad.

El resultado está a la vista.

La Argentina vive una crisis en la cual el endeudamiento, la pobreza y la inflación son una moneda corriente en nuestra realidad económica.